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Conflicto y violencia familiar en el Río de la Plata 1770-1810

Categoría: 
Dossier Central
Resumen: 
La estabilidad del imperio español en América no sólo dependía de una economía organizada para sostener la metrópolis y sus dominios, sino también de una serie de condiciones políticas, sociales, religiosas y culturales, sin las cuales el orden imperial podía correr el riesgo de disgregarse en la extensión de su abigarrada geografía, y del no menos complejo caleidoscopio social, etnocultural y político. Uno de los pilares fundamentales del sistema imperial era la familia constituida a través del matrimonio religioso. El matrimonio en América, como ocurrió en Europa, fue el núcleo institucional fundamental y más estable, a pesar de las transformaciones sufridas en el tiempo, y base de la familia. Los conflictos y violencias familiares desafiaban constantemente la solidez de esa construcción social. De hecho, ciertos fenómenos comunes contribuyeron mucho más a esa disgregación social: las castas, es decir, los diferentes grupos étnicos, se mezclaban y constituían parejas dentro de las pautas religiosas y fuera de ellas, y para colmo sus demandas también llegaban a la autoridad o a la justicia. Si desde el punto de vista de la legitimidad social y política se impulsaba la relación matrimonial clásica o «connubio», en la realidad de los distintos estratos sociales se registraban situaciones de la clase de «contubernio»[1] (relaciones libres, concubinato).